«Uno de los grandes inventores del último siglo». El 5 de octubre de 2011 moría Steve Jobs y con ese epitafio lo despedían medios de comunicación de todo el mundo. Tres años después de su muerte, volvemos la vista sobre esa faceta suya de inventor, tan polémica y discutida como el resto de su personalidad.
Su nombre figura como autor de 346 patentes en el registro de EEUU. Pero se discute su papel real en todas esas innovaciones, pues él realmente no tenía habilidades como diseñador ni como ingeniero. De hecho, su biógrafo oficial, Walter Isaacson, lo describe como un tweaker: alguien que, más que inventar, se dedicaba a retocar, refinar dispositivos y tecnologías ya inventadas, con el objetivo de simplificar su uso.
Macintosh: Un gran salto en la carrera de Steve Jobs fue la presentación del Macintosh original (1984), el primer ordenador de consumo con una interfaz gráfica de usuario. Es decir, con un sistema operativo con ventanas e iconos, y con un ratón para moverse entre ellos. Esta idea no era original de Steve Jobs. Es muy conocido cómo se inspiró durante una visita al centro de innovación de la Xerox, donde ya habían desarrollado todas estas ideas. Pero Jobs consiguió empaquetarlas todas dentro de un ordenador revolucionario, añadiéndole unos retoques de su propia cosecha.
Tipografía en pantalla: Una de las novedades importantes del Macintosh original fue que mostraba en pantalla el tipo de letra elegido para el texto. Hasta entonces en las pantallas de los ordenadores se dibujaba solo un tipo de letra como el de las máquinas de escribir. Fue una empeño personal de Steve Jobs que el primer Mac tuviera esa capacidad de visualizar distintas tipografías. Y, como explicó en su famoso discurso en la Universidad de Stanford, ese empeño se debió a que en su fugaz etapa de universitario se aburría y decidió cursar una asignatura de caligrafía.
Ratón: Steve Jobs no fue el inventor del ratón, pero durante su trayectoria al frente Apple, una de sus obsesiones fue perfeccionar este dispositivo para comunicarnos con los ordenadores. Y los resultados fueron bastante dispares. Primero acertó con el sencillo ratón de un único botón para el Macintosh original, mucho más sencillo que los ratones que había descubierto en su visita al Xerox PARC. Y al lanzar el iMac insistió en la idea del ratón de un solo botón, pero con un diseño circular que lo hacía mucho más incómodo y despistaba al usuario. Finalmente, con sus poco modestos “Super Ratón” y “Ratón Mágico”, corrigió el error y llevó aún más allá su idea: los ratones de Apple ya no tienen ningún botón.
iMac (1998) +iPod (2001) +iPad (2010): Estos tres dispositivos entran en la misma categoría. Con ellos, este “refinador” californiano se propuso reinventar tres dispositivos que le parecían estancados y/o inútiles: el ordenador personal, el reproductor de MP3 y el tablet PC. En los tres casos, su estrategia fue la misma. Dirigía equipos de talentosos diseñadores e ingenieros de software a los que hacía inventar más y más prototipos. Descartaba la gran mayoría, se quedaba con uno que no le disgustaba y, a partir de ese prototipo, les hacía volver a empezar: a refinar una vez más, buscando sencillez y belleza.
iPhone: Ese mismo “método Jobs” fue la clave para desarrollar el iPhone, quizás la obra tecnológica que encumbró definitivamente al presidente de Apple en 2007. Más que reinventar el teléfono inteligente, el iPhone integró funciones de otros dispositivos móviles como reproductores de MP3, navegadores GPS o incluso cámaras, a los que casi barrió del mercado. La clave de poder integrar todas esas capacidades en un sencillo terminal fue reinventar el sistema operativo, de nuevo juntando piezas que ya existían: iconos, pantallas táctiles y control por gestos (como usar dos dedos para ampliar o reducir una foto en el iPhone, o el de deslizar la pantalla para desbloquear el teléfono).
En esa misma línea empezaron a trabajar los competidores de Apple tras el anuncio del iPhone en enero de 2007. Y de ahí vinieron los desencuentros de Jobs con los directivos de Google y Samsung. Al gran “refinador” no le gustaba que otros se inspiraran en sus creaciones. Entonces comenzó una guerra de patentes en la que él ganó una gran batalla a título póstumo: en octubre de 2013, Apple obtuvo una patente que recoge en 364 páginas muchos detalles del iPhone original. Se acababan de cumplir dos años de la muerte de su padre tecnológico, y a esa macropatente se le conoce como “La patente Jobs”.
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